¿Qué puedo regalarte? Tú lo sabes, no acostumbro dar ni recibir, esa es mi forma de ser, nuestra forma de ser. Piensa Tania, piensa. No, nada.
Si te envío un libro, de seguro ya lo leíste, a menos que quieras otro manual de Linux.
¿Un disco? ¡Nel, qué ordinario! Si ya vi qué repleta tienes tu iPod. La bofetada genial de Nicholson a Dunaway en Chinatown, sé que de Polanski es tu predilecta, pero sucede que no me parece sensato.
Podría enviarte un hábito bucólico “enmariachado”, recuerdas cuando vimos a Les Luthiers ¡Eureka! no podía dejar de cantar y tuve que dejar de leer a Lovecraft. Ya sé, te regalo la Fundación de un Recuerdo, o una plaza de sol con puños en el aire, tú decides.
No soy Electra, lo he dicho mil veces, así que no invoquemos a Sófocles, ni Pitágoras ni Anaxágoras #120. ¡Coño! Cuánto mal me hacía el pan de la Trico de Félix Cuevas, aunque adoraba las Fresas #60, tanto Valle y yo en Coyoacán. Por cierto, me dijiste que el valle de Montevideo era más verde antes de que Mora y Nima se exiliaran, no papá eso no, para valles Maipú. Como lo prometí fui a llorarle al prisionero de Til Til. Sutil tu encomienda, sólo faltaba ir a Bucaramanga a hundir la Bucanera.
Te presto una escalera para subir al madero y quitarle los clavos al Jesús de la Cruz-No-Nazareno. A puro resorterazo guadalupano nos libramos de los fantasmas que ni Miguelito Hernández desapareció.
Enconté el librito de Anamorfismo que me regalaste en la Casa del Lago.
¿Qué te regalo? insisto. Sobreviviste a Lecumberri y las bazucas en Eduardo Molina, al jaque mate de mi madre y las azucenas que le regalaste en prebenda, que dizque eran perennes. No sé de donde carajos inventaste que tu amor por ella acabaría con la última floración de sus bulbos. ¡Ah! no te referías a las flores, haberlo dicho antes. ¿Sabes que me dijo ayer? –Eres idéntica a tu padre- supongo que se refería a ti, de seguro es por la forma de beber mate, sin jaque por supuesto.
A ver papá, que tal si te regalo todos estos recuerdos, sólidamente construidos, aderezados con los detalles que has omitido, inclusive los de tu madre. Sé que murió de cirrosis, pero a ti te avergüenza e insistes en convencerme que ella murió antes de que tú nacieras. No te preocupes papá, no te pasará lo que a mi abuelo, no entrarás a la age de l’oubli benin. Tú no olvidarás involuntariamente como él, que tuvo hijos años atrás o voluntariamente como mis hermanos, que tuvieron padre algún día. Yo te regalaré todos tus recuerdos, lo he decidido, ese es mi obsequio más contundente y efectivo ¿Cuántos cumples hoy? ya no te acuerdas, papá. Pues bien “Chuchín”, hoy tú y yo cumplimos 55.
jueves, 13 de septiembre de 2007
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