Hace tiempo, en Guadalajara, una anciana me aseguraba que Juan, su hermano mayor, había muerto a causa de una diminuta espina de maguey clavada en el corazón.
Efectivamente. Su hermano se convertía en grillo todas las noches y se posaba en la ventana de mi abuela, quien harta de las serenatas le enterró la mortal aguja.
lunes, 20 de agosto de 2007
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