Luego de una ajetreada semana en la que se conjugaron diversos factores para elevar mi nivel de estrés a niveles estratosféricos (derrota de los Xolos ante Dorados, dos motines en La Peni [en breve subiré mi crónica ya que está de moda entre bloggers {la mía dirá la real verídica neta de las netas de lo que pasó en el Cereso de la Mesa} no desesperen también habrá fotos] una caída que me inmovilizó la siniestra, hoy me dieron una noticia fatal: Manuel Muñoz, aka El Yaqui, dealer de caldos y confesor por antonomasía falleció. La noticia fue confirmada por fuentes fidedignas.
Nació hace 64 años en Obregón, Sonora y hace 20 se declaró hijo adoptivo de la coqueta Tijuana. En sus inicios como recién llegado a un cuartito en La Postal, El Yaqui, comenzó de taxista hasta que un día malhaya lo asaltaron con un picahielo y decidió que lo suyo no era jugarse al ruletero. Decidió entonces experimentar con la venta de caldos de cahuamanta a trasnochados y dipsómanos consuetudinarios. La idea fue un rotundo éxito.
El Yaqui, como orgullosamente se presentaba a todo aquél que se acercaba en medio de una marisma etílica, confiesó en cierta ocasión que el negocio le daba para mal comer y bien tomar. Conocido por todos los policías de la mesa de Otay, trasnochados estudiantes de la UABC, trabajadores de maquiladora y uno que otro funcionario, El Yaqui vendía todos los días de la semana excepto el jueves en un pequeño puesto hechizo frente al campo reforma desde las 0:00 horas hastas las 8:00 de la mañana. Sólo en Navidad descansaba y aprovechaba para dormir de día en la casa que compartía con su esposa, a quien le debemos la receta secreta de la "salsita verde ponedora" y la elaboración de los caldos cuyo mayor acierto era el refill y la atención de su fiel trabajador "El Manitas", llamado así por las visibles secuelas de la "polio".
"Llueva, truene o relampagueé aquí me tienen todos los días", solía decirnos cuando le preguntábamos sobre los gajes de su oficio. El Yaqui nunca olvidó algún nombre, poseía una memoria extraordinaria y una capacidad de transmitir comunicación inaudita, misma que era aprovechada por curiosos y chismosos. Podías comentar alguna insignificancia y a la siguiente vez, él te preguntaba sobre los planes manifestados o el estado de salud de cualquier que integrara tu círculo social. Infamias, calumnias, reyertas, chismes, reconciliaciones y hasta pedidas de mano fueron presenciadas por Manuel Muñoz a recordaremos con profundo respeto y anhelo por que alguno de sus tres hijos continúe con su legado. Descanse en paz Yaqui.
domingo, 21 de septiembre de 2008
Ya viene SantificArte (aka SacrificArte)
Manuel Gillén y sus panas convocan a los interesados en exponer sus trabajos en el tradicional y nunca bien ponderado evento cultural Santificarte, como cada año y sin ayuda de algún funcionario poseso, se llevará a cabo en la Cenicienta del Pacífico. Denle click a la imagen para ampliar y consultar las bases.
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