miércoles, 20 de agosto de 2008

Sudamerican rocker (no southamerican)

Vale, está bien soy sudamerican rocker, te acepto todas las apostillas que me estampes: sudaca, sudaquil, sureña, bla bla bla. Uno no es de donde nace sino de donde le requisan por vez primera. Mientras tú hacías filas interminables para comprar comics en el otro lado y escuchabas punk, yo soñaba con la memoria de los justos, con los desaparecidos y sus familias de las que ahora haces mofa. Imaginaba que la Isla Negra en verdad era una ínsula y que verdaderamente era negra. Me tragué todos los cuentos bolivarianos y me chuté a Mafalda, escuchaba a Víctor Jara, Meche Sosa y Violeta Parra al punto de creer en una especie de hermandad latinoamericana a ultranza. Usaba un vestidito brazuca y fomentaba mi odio al imperialismo. Acudí a los conciertos de oposición más por convicción real que por tradición familiar, después cebábamos mate con Argaez y comíamos pascualina. Afrontaba estoica las burlas de los demás niños mientras pintaba banderas y me imaginaba combativa en alguna zona de guerra. Abrazaba mi librito de Desnoes y pensaba que pronto el subdesarrollo sería cosa muerta.
Así pues esa América Latina heterogénea, vetusta, empachada y sometida a su pobreza, a la inminente mala copia de cualquier fundamento teórico; acostumbrada a aferrarse con las pezuñas al extremo del mundo occidental, al apaciguarse ante los fracasos con el “ya merito”, a ese paraíso de oenegeros impertérritos con música de sínfonola de fondo, se me veló justo en el momento en que me lancé a descubrirla y no en busca de un amor de folletín como el tuyo. Supe que las pulgas de Chile son más terroríficas en canícula, que el mate en vaso desechable era posible en Mendoza, que de Iguazú nada más el nombre; que los burócratas bolivianos son más amables que los mexicanos; que de no ser por los anticuchos me hubiera muerto de hambre en Perú. Haber leído a Tulio Halperin y Alain Ruquié con tanto empeño fue contraproducente. Por suerte un tintico no le cae mal a nadie; constaté mi padre me ilusionó estúpidamente con el “trópico uruguayo”; descubrí que me gusta estar en los lugares en los que tengo la impresión de caminar hacia atrás, donde el cielo es naranja y las calles son grises.
Mi amigo Hernán me dijo un día, “si los mexicanos piensan que los argentinos, chilenos y uruguayos son iguales es porque en verdad no les interesa”. A mi me educaron para tomar el tren hacia el sur, a ti para volar a San Francisco. Y bueno, si después de todo decides que mi sudacafilia no es peligrosa, entonces puedo comenzar a aceptar tu anglofilia.

6 comentarios:

Manuel Lomeli dijo...

A ver a ver, Maria Font del mal... no era amor de folletín. Me la presentaron en Ensenada. De folleto ni esposa rusa. Además, no eres tan sudafilica. Asi que te "acepto". :P

Y bueno, si prefiero las mujeres sudaconas que las pinches gringas, que no se por que, siempre he creido que huelen a bigmac.

Anónimo dijo...

Jaja, que pinche mentiroso eres chango, nunca has ido a Chile ni pasas al gabacho,ni visa tienes, jajaja

Manuel Lomeli dijo...

jejeje ya me torcieron... no soy tan anglofilico :( no tengo visa...

y lo de Chile... no la hagas de pedo, que probablemente no me conocías cuando tenía 17. Si fui o no, lo dejaremos a los misterios honorables de la ficción.

Pero Tania si fue y me puede contar cosas para que yo las escriba y parezca que si fui. Como crees que escribí mi post...?

Besitos (para Tania, no a ti, anonimín).

Anónimo dijo...

TENGO UN DOLOR EN LA PUNTA DE LA VERGA...

creo que me dio hasta conjuntivitis.

(Del Refranero Popular Mapuche, hallado en Chuquicamata por el mismísimo Eduardo Frei)

_ dijo...

Se dice: Sudá acá. Y se acompaña con un gesto de ceñimiento de las zonas genitales.

Tal vez por eso de que en las europas siguen siendo europeos, en la sudáfrica siguen siendo negros, seguiremos siendo indios en las sudméricas

No es el Hombre sino la tierra

Julio Sueco dijo...

Si te sirve de consolación en algo, la mayoría de los mexicanos creemos que los sudamericanos (lee: Arg y Ch) son otra raza. Tenemos inculcado que ustedes son más 'europeos'. Así que existe más bien cierta envidia a ello. El mexicano aún tiene vestigios de pureza de raza que los asesinos a mansalva de la corona española nos dejaron en la imaginación colectiva como un virus imposible de matar. Así que cada vez que escuches en la boca de los tijuanense 'mejorar la raza' recuerdales de dónde eres a ver si así se callan la boca y de paso a ver si así aprenden algo las bestias.