miércoles, 30 de julio de 2008

Comer pescado en completa soledad es uno de mis placeres secretos. Siempre elijo los más frescos, los más grandes, los más amenazantes. Déme ese y señalo uno que me observa con sus brillantes ojos rojos. ¿En filete?, me pregunta. No, enterito, le digo. Una vez que lo condimento y pongo al fuego. Decido cuál de los cuatro lados vacíos de mi mesa será el indicado para comer. Al fin dispongo manteles, platos y cubiertos, que por cierto nunca uso, como el pescado directamente con las manos, eso me remite a mi lado más primitivo.
Sentada en la silla que da de frente a la ventana dejo hilvanar las nubes a mis pensamientos. Masticando despacio, veintinueve veces cada bocado evito el riesgo de morir con una espina clavada en la garganta, dejo volar mi imaginación y pienso que es peor morir con una espina clavada en el costado.
Sola, desmenuzando recuerdos hasta convertirlos en un bolo respetable, pienso en las ventajas de no tener que hablar con alguien más, de guardar compostura y fingir propiedad, no tener que alternar mordiscos y sonrisitas eclipsadas, y mejor aún no tener que compartir ni mis alimentos ni mis recuerdos. Me río un poco, toso, me atraganto, siento que me asfixio, me desespero, grito pero mi voz no sale, observo mi patético reflejo en la ventana y hasta entonces entiendo: comer pescado a solas tiene sus riesgos.

sábado, 12 de julio de 2008

ME VOY DE VACACIONES


Doce días de bendito y merecido descanso. Ah sí, y mucha literatura.
foto vía Pat (y qué, a mi me encantó)

viernes, 11 de julio de 2008

A Chuchita la bolsearon


Doce de la noche: le marco a Arturo Belano, cuelgo, camino en trance y saludo a Ángel Ruiz, sonrisitas al Alcalde mientras suena el Son de la Negra. Estamos en el parque Teniente Guerrero, se festeja el aniversario 119 de Tijuana. Nunca asisto a este tipo de eventos, me traen mala suerte. Dicho y hecho. Quiero corroborar la hora pero me doy cuenta que mi celular ha desaparecido. Pinches ratas, me metieron mano y no recuerdo en que bolsillo lo puse, si en el de enfrente o en el de atrás. Como sea, que lo disfruten cabrones, pero no me hago responsable de las llamadas sucias a deshoras, ni las mentadas de madre al por mayor, ni mucho menos las benditas llamadas de mi madre a las seis de la mañana.

Foto de Guillermo Arias

En cualquien momento puede suceder. Estamos pendientes pero ya me desesperé. De cualquier forma BIENVENIDA AL MUNDO SOFÍA.
Felicidades JC y Nora

viernes, 4 de julio de 2008

Urgente

Se solicita un buen poeta local para conferencia sobre la obra de Alí Chumacero, o tres poetas mediocres para la misma actividad.

Mayores informes escribe a mi correo : lamonda58@gmail.com

miércoles, 2 de julio de 2008

Madre de un adolescente



Salvo dos gatos callejeros a los que gustosa daba de comer cuando era niña, mi experiencia con las mascotas había sido nula. Desde hace un par de años tengo una tarántula bajo mi custodia. A diferencia de cualquier otro espécimen del reino animal una tarántula es fome, no realiza movimientos sorprendentes , no se hace ‘la muertita’, no siente afinidad por sus dueños, no realiza algún sonido específico al verte y nunca te traerá las pantuflas, sin embargo, hace un par de días al cambiarle su recipiente de agua -algo que hago por costumbre- casi pego grito al ver no una , si no dos Caipirinhas en el terrario, mi pueril lógica –la que empleo siempre que me cago de miedo- me hizo pensar que la Caipi había muerto en mi ausencia y de la misma forma que en La Posibilidad de una isla de Houellebecq el perro de Daniel era remplazado por un clon, alguien había colocado otra de repuesto olvidando retirar el cadáver.
Cinco segundos después recordé que las tarántulas mudan de exoesqueleto, en un proceso largo y delicado, el más excitante y definitivo además de verla comer, ese periodo en el que se despoja de la capa que la constreñía para revelarse en un piel nueva, más fresca, renovada y desde luego más peluda. Sin pensarlo tomé el despojo de mi arácnido y lo tiré a la basura dentro de una ziploc, siempre he pensado que es un estúpido sentimentalismo el que las madres guarden el primer dientecito que se le cae a su pequeño, mi bisabuela incluso guardó el cordón umbilical de cada uno de sus hijos. Aunque ahora me arrepiento y creo que en pos del morbo científico hubiera sido interesante observar de cerca el exoesqueleto, o quizá jugar algunas bromas tontas en mi trabajo.
Un clon de la Caipi, ahora adolescente, me deja entrever que es macho y una virtual preocupación por su futuro amoroso, encontrarle pareja, la cual de antemano sé que devorará a mi vástago una vez consumado el apareamiento. Un periodo difícil, complicado y definitivo el de la muda y yo me lo perdí. Ni modo, tendré que esperar otro periodo incalculable y estar atenta con mi cámara la próxima vez.

Si eres cardiaco o muy delicado, abstente de ver el video
Y lo peor es no poder comentar contigo las noticias vespertinas.