jueves, 3 de enero de 2008

Post largo largo

Gracias a Daniel Salinas caen en mis manos dos libros. Uno de ellos, El Gran Vidrio, de Mario Bellatin, me deja con un sabor a broma bien hecha. El otro, Varamo de César Aira, la mejor dosis de letras que me han administrado en mucho tiempo. Confirmo agradecimientos por el gesto de DSB que este día me pareció más desolado que nunca.

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Inicia el año y para mi tiene un gusto a nada, no sé si habré enfermado pero la transición anual no provocó en mi la menor emoción, insisto, no sé si habré enfermado, quizá es mi hebefrenia crónica (bueno eso me diagnosticó mi padre al oponerse a que el nihilismo fuera reconocido como una condición clínicamente preocupante), aunque ahora que lo pienso puede ser una hipocondría incipiente. Mi dieta baja en carbohidratos terminó por cobrarle réditos a mi volición. Ayer, después de leer a Bellatin creí que estaba embarazada, no es por nada pero aún siento su prótesis recorriendo mi espalda, definitivamente he enfermado.

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Regresa Dany Rojo de su viaje astral por tierras sureñas, agradezco el tiempo que consumió en busca de Putas asesinas, no hubo libro pero sí un abrazo afectuoso. Bienvenido a casa Rutilante.

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Este año espero ver en concierto a Tonino Carotone. Total, ya se me cumplieron dos que tenía muchas ganas Fermin Muguruza y Serrat & Sabina. En el del vasco influyeron muchos factores para que aumentara mi expectativa , esperar durante años que concretaran la vuelta a América y la incertidumbre ocasionada por el mal manejo de los representantes del grupo. Como sea, esa noche aunque sin mucho público, el Multikulti vibró. Excelente es el calificativo que mejor se acomoda al evento. Velada de encuentros y desencuentros, mientras sonaba Yalah Yalah Ramallah, yerba circulaba y JC brincaba echando madres. Mi respiración entrecortada hizo darme cuenta que el tiempo no pasa sin hacer escarnio.
En el Serrat & Sabina, como bien pintaba el márketing, maté Dos pájaros de un tiro. Todo iba bien hasta que enfermé con fiebre y alguien palpó mi trasero en las escalinatas del Auditorio Nacional.

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Dos noticias asaltaron mi cotidianidad, mi quintero es presumiblemente un mafioso (Goethe Transpeninsular, 2008) y, los zapatos de tacón y yo no podemos vivir en armonía.

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A punto estuve de recibir el año en el parking de mi casa, una serie de mensajes sin remitente conocido casi me convencen de salir con pijamas rojas a la hora helada de manos y pájaros. “Dos minutos en el parking y más allá”, esa era el veredicto, “Dos minutos de siempre. Dos minutos que son todos”. Pensé tanto tiempo que cuando me di cuenta ya había pasado el tiempo.

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En el iTunes suena Knockin’ on Heaven’s Door. Hago malabares (sí como de circo) y borro lo más posible el rastro Dylanesco que JC ha dejado en mi compu, los resultados fueron nulos. Oiga JC, la mitad de mi repertorio ha sido patrocinado por usted.

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Si alguno de ustedes sabe como carajos conseguir el Black Ghost Apple Factory de Jeremy Tinder, sin pagar impuestos me avisa. Sí, ya me chuté todas las críticas al respecto, pero este tebeo minimalista se ha convertido en un articulo de primera necesidad.