miércoles, 4 de julio de 2007

Di qué?




Otro de los fotógrafos que definitivamente me ponen la “piel de gallina” es Phillip-Lorca diCorcia. Para este graduado de Yale la fotografía se disuelve entre la ficción y la cotidianidad, la melancolía y la tensión. Hechos aisladamente caseros toman notoriedad a partir de la atmósfera cinematográfica con la que los desencaja.
La fauna popular que retrata, no se limita a las 4 paredes domésticas. Para la serie “Heads”, salió a las transitadas calles de New York, tomó unas luces dicroicas e iluminó los rostros de transeúntes despistados. Minuciosamente iluminado, este es sin duda uno de los portafolios que mayor dolor de cabeza le causaron, no en la cuestión técnica pero sí en lo legal, ya que un judío ortodoxo, Enro Nussenzwieg, fotografiado y expuesto posteriormente en una obra compendiada demandó a DiCorcia por el uso de su imagen sin permiso. El litigio llegó a la Suprema Corte de la demarcación y por fortuna no existían precedentes para considerar que una foto tomada en exteriores necesite la autorización del sujeto revelado. Sin embargo, el criterio para la utilización de las mismas debe obedecer a una premisa realmente sugestiva: “Se prohíbe el uso de imágenes sin consentimiento de personas retratadas en vía pública en actividades con fin de lucro, tales como propagandas o mercadotecnia, no obstante, está permitido si la imagen es artística”