viernes, 24 de julio de 2009

Recuerdos estáticos

Desde hace tiempo me es imposible dejar de evocar a una persona sin relacionarla con una posición anatómica específica. Mi abuela, por ejemplo, en mis recuerdos aparece parada con el brazo estirado, señalando algún cable o uno de sus medidores de luz al cual se le colgaron. A mi madre en cambio, a pesar de no haber cocinado nunca en si vida, se arrellana en mi mente sosteniendo en la mano derecha una cuchara y en la izquierda un sartén.

En ocasiones, cuando estoy acostada y pienso en la gente que he conocido una sensación de mareo me incomoda, sobre todo cuando los puntos cardinales no coinciden con su imagen, eso ocurre mucho cuando pienso en Murrieta, necesito levantarme, alzar la cabeza y recordarlo en contrapicada justo antes de que se lanzara desde ese edificio. Sin duda hubiera sido un buen clavadista.

Desconozco si esta fijación es mía o colectiva, si obedece a una incapacidad cinética, es como las viejas caricaturas japonesas, donde el audio y el movimiento nunca coinciden, pero lo que sí sé es que no es permanente, a veces algún golpe en la cabeza reacomoda mis recuerdos y con ello la imagen de los prisioneros de mi memoria. Lo que no entiendo es por qué a pesar de la golpiza que me diste, esa que me dejó sangrando e inconsciente, a pesar de cerrar los ojos, de darme vuelta, de pararme de manos a ti te sigo recordando sobre mí.

jueves, 16 de julio de 2009

¡Maldición! hasta para las adicciones carezco de disciplina.