domingo, 1 de julio de 2007

Seno materno

El fin de semana estuve con mi madre y entre las cosas que subrepticiamente tomé del librero, estaba mi libreta de apuntes preparatoriana. En ella, además de textos caóticos de física y matemáticas financieras, hallé este cuento pretérito.

(Sin Título)

Qué diferencia tan diametralmente opuesta entre la leche que ahora bebo y la que solía tomar mi abuela. Aún recuerdo que Doña Ofelia acostumbraba hacernos tortitas de nata con canela.
-¡Ésta sí es leche!
Decía mientras pasaba el líquido por un cedazo para después hervirla.

El lácteo en cuestión tenía un aspecto espeso, mas no grumoso. En la tela que servía de colador iban quedando pequeñas partículas de pasto, piedrecillas que había acumulado en el trayecto del rancho a la puerta de la casa. Leche bronca al fin.
Antes del último hervor nos acercábamos a ver como subía presurosamente la espuma hasta que colmaba el recipiente y, con un movimiento certero, mi abuela evitaba el desastre de un derrame. La sensación inmediata: haber salvado al mundo de una hecatombe.

La nata era dividida en dos porciones. Con una, hacía tortitas fritas que luego espolvoreaba con canela. La otra parte, se destinaba a la elaboración de mantequilla lograda después de batir vigorosamente la crema con hielos.

Nunca olvidaré la silueta de mi abuela desplazándose por los zarzos donde reposaban los quesos, ni las grandes mesas sonde se enfriaban los panes de maíz, eran su especialidad y ella parecía gigante.

Era tan feliz. Nada empañaba el claro entorno de mi infancia, hasta aquél día cuando llegaron de la Capital aquellos inspectores de aspecto porcino y sus grandes frigoríficos. A partir de entonces, la leche transportada en grandes recipientes de latón, fue distribuida en asépticos frascos de vidrio, rematados con una tapa azul o roja de aluminio.
Son de Salubridad- alcancé a oír a mi abuelo-Dicen que ahora sólo se podrá tomar de esa leche “pastorizada” o sepa Dios como se diga- seguía gruñendo mi abuelo mientras revolvía las fichas del dominó.

Esta “nueva” leche tenía varios inconvenientes: no hacía nata, ni espuma al hervir, por el simple hecho de que ya no se hervía. Tampoco era espesa, no obstante, aprendí en su traslúcido verter que un líquido nunca es demasiado líquido.

Todo el pueblo estaba en contra de la nueva disposición, sin embargo, nadie se atrevió a desobedecer. Ni mi otrora titánica abuela, que ya no pudo hacer tortitas fritas con canela, ni mantequilla para untar en los recién enfriados panes de maíz, y sobre todas las cosas, nunca más pudo salvar al Mundo.

9 comentarios:

Beatrix dijo...

Mi querida Borregata, este texto tuyo me trajo bonitos recuerdos. Yo al igual que tu tuve la fortuna de crecer con una abuela. Mamá Fina, como le deciamos me enseño la mayor parte de lo que soy en la cocina. De ella tambien aprendi que las cosas, asi como las personas y la comida, entre menos complicadas mejor.

Te dejo un beso,

Beatrix

Anónimo dijo...

Ya somos tres, (en este blog). También viví con mis abuelos 8 años de mi vida, 7 de ellos en un pueblo muy lindo a las orillas del río, y el resto de los días, en un rancho que compraron en las afueras de la ciudad. Ahí fue cuando mis abuelos me mostraron de que estaban hechos. Que lindo recuerdos.
Por cierto Borregata, ¿qué me dices de la leche espesada espolvoreada también con canela?

LoraK.

borregata dijo...

Gracias por el beso Bea, por cierto que gusto leerte por estas líneas, quiero uno de los chocolates que le diste al marvin.
Lorak encantada de traerte recuerdos, de los buenos claro, de los malos refiérase a otro blog.
En cuanto a la leche espesada habrá que probarla

Anónimo dijo...

AMADA MIA...

NO TE PUEDO ENCONTRAR SOLA.

SI NO ES LA BEATRIXINNIA, ES LA B.L...
¿QUE TENDREMOS EN COMUN?.

POS ABUELOS QUE NOS CRIARON.

AH! PERO QUE CHINGON ERA YO, PARA HACER RABIAR A MI ABUELITA !!!

pd. mi abuela murio de una Tromboembolia pulmonar, un cuatro de octubre. Durante muchos annios, me llevaba a mis amigos de la escuela a visitar su tumba y les decía... Vamos a visitar mas tumbas!

El abuelo domingo tenia los pelos azules...
Yo se los heredé, mi Borre.!!!

Anónimo dijo...

Más sobre los abuelitos.

Una vez andaban de fiesta todos en la casa. Y el abuelo Domingo dijo:

HOy todo el mundo festejando mi cumple y en un año, todos llorando.

El abuelo, murió el dia de su cumpleaños. Exactamente 365 días después.

Abrazos a mi Joaquinita, que si se supo alimentar desde chiquita, por eso anda en edad de merecer.

Anónimo dijo...

Y PARA REMATAR...

que chingon final el de tu cuento, mi joaquina.

mua.

pd. crees que tu y yo, si podamos salvar al mundo???

borregata dijo...

Caray Joaquinito, me sorprenden los dotes premonitorios de tu abuelo pelos celestes. En cuanto a lo de salvar al Mundo, pregúntaselo a Cerebro

Anónimo dijo...

Hey Tomás

tengo una duda.
Si vamos al puente de Carlos, ese que nos lleva a ver al reloj de la plaza central de Praga, me darías un beso?

Teresa Pinky.

pd. Ya le pregunte a cerebro. y me dijo que sí. que tu y yo podemos salvar el mundo, que porqué no nos habíamos encontrado antes.

mua

borregata dijo...

NO le digo Don Teresita del Santo Niño de Atocha en edad de desmerecer, siempre haciendo de las suyas, yo con usté voy y salvo hasta el universo