viernes, 20 de noviembre de 2009

Feliz cumpleaños a... mi

Hace una semana cumplí años, sobra decir que además de éste, el de los 15 años ha sido el más desangelado de toda mi vida . Pensé que con la edad cada vez me importaría menos conservar algunos atavismos propios de los cumpleaños, pero no fue así.

Recuerdo que durante mi infancia pocas fueron las fiestas que realizaron en honor a mi natalicio. Tres para ser exactas, fui patito, Strawberry Shortcake y She-Ra. Para el cuarto cumpleaños ya había nacido mi hermano y se acabaron los derroches en insulsas fiestas, a partir de ahí, el ritual de mi cumpleaños cambió y me apropié de las formas.

Por la mañana podía levantarme 10 minutos más tarde; esperar una amnistía respecto a mis deberes escolares y hogareños; en clase nunca debían enterarse; llegaba a casa y esperaba la llegada de un pastel sencillito y las llamadas de todos mis familiares excusándose por no poder felicitarme personalmente; en la noche ( me acostaba después de hacer una lista de lo que haría dentro de 7 años, ni más ni menos, para mi, ese era el momento más feliz del año.

Con el tiempo las cosas no cambiaron mucho, prefería el dinero a los regalos sobadísimos y de mal gusto.

Sin embargo, fue cuando mi hermana comenzó a trabajar y obtener recursos cuando me enganché completamente a la delicia de las fiestas sorpresas, a las celebraciones exageradas y pomposas, a la suave posibilidad de ser la protagonista del carnaval.

Quizá son mis hormonas pero hace dos años que no festejo mi cumpleaños y ahora me siento rídicula por pensar de esta forma pero no puedo evitarlo, ME QUEDÉ CON GANAS DE UN PUTO PASTELOTE CON VELITAS Y UNA TIARA CON DIAMANTITOS.